Condenan a 14 años al padre violador, pero le dan arresto domiciliario

El fallo provocó la indignación de familiares y amigos de Rocío, la joven que fue violada durante 4 años por su padre, Marcelo Alberto Girat. Hubo incidentes en el tribunal. 

Rocío rompió en llanto al enterarse que el violador estará con prisión domiciliaria. Foto: Romina Elvira.

24 de Septiembre de 2014 12:44

El Tribunal en lo Criminal 3 de Mar del Plata acreditó hace dos semanas que Marcelo Alberto Girat, un suboficial del área de Contrainteligencia de la Armada, es culpable del delito de abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo. En concreto, comprobó que el militar había abusado de su propia hija durante cuatro años, tanto en su casa como en la Base Naval. Pero faltaba, quizás, lo más importante: cuánto tiempo iba a pasar en prisión. Si bien la víctima esperaba conocer esa resolución el viernes pasado, al final, en esa audiencia sólo se presentaron los agravantes y atenuantes del caso, y la sentencia se postergó para este miércoles.

Pero hoy todo no salió como Rocío (20) esperaba: si bien los jueces Eduardo Alemano, Fabián Riquert y Juan Manuel Sueyro resolvieron que el violador deberá cumplir una pena de 14 años –ese había sido el pedido del fiscal Eduardo Amavet-, Girat deberá cumplir la pena bajo la modalidad de arresto domiciliario con monitoreo satelital y no en la cárcel, porque la Cámara de Apelaciones y Garantías así lo ordenó hasta tanto el fallo quede firme.

Girat no se presentó ante el Tribunal y en su lugar sólo estuvo su abogada defensora, Luz Alonso Proto.

Rocío provocó que la lectura de la resolución quedara en segundo plano: su llanto desconsolado invadió la sala del sexto piso de Tribunales y ni el abrazo de su madre pudo tapar una afirmación tan clara como dolorosa. “Hoy no se hizo justicia”, gritó.

"Va a seguir en su casa, con pulsera; siguen sin darme una solución y nosotras ahora seguimos teniendo miedo", dijo más tarde la víctima, después de reunirse con el fiscal Amavet.  

La decisión de la justicia demoró apenas unos minutos en llegar a oídos de quienes desde media mañana se habían acercado a la esquina de Brown y Tucumán para acompañar a Rocío. Y la indignación se transformó en gritos y puteadas que se escuchaban desde las escaleras. Luego hubo piedrazos de algunos manifestantes y gases lacrimógenos de la policía para dispersarlos. En el medio andaban Rocío, su madre y su abuelo, que intentaban retirarse del lugar. Contra un árbol, casi en el borde de la vereda, el hermano de la víctima lloraba solo.