La muerte de Iván Ilich, un impacto literario y humano

Escrito durante la última parte de su vida, La muerte de Iván Ilich es una de las obras maestras de León Tolstoi. Nada le falta ni nada le sobra. Cuenta con lo imprescindible para provocar un examen sobre la condición humana en el lector.

La muerte de Iván Ilich es una de las obras maestras de León Tolstoi.

5 de Mayo de 2024 11:27

“La fórmula tolstoiana es: Iván vivió una mala vida, y puesto que una mala vida no es otra cosa que la muerte del alma, Iván vivió una muerte en vida; y puesto que más allá de la muerte está la luz viva de Dios, Iván murió naciendo a una nueva Vida, a una Vida con mayúscula”, sostiene en su Curso de literatura rusa. Vladimir Nabokov.

A La muerte de Iván Ilich de León Tolstoi muchos la consideran su obra maestra, por encima de Guerra y paz y Ana Karénina. Pero, más allá de las opiniones y los gustos, esta obra de Tolstoi tiene una serie de particularidades que la hacen grande, muy grande, en el mundo literario.

La muerte de Iván Ilich es una de las obras maestras de León Tolstoi.

El título ya contiene un gran spoiler. Resta conocer quién fue, cómo murió y la magnitud de la tragedia. Iván Ilich es un juez que acaba de morir. Durante la novela, lo que hacemos es ir hasta el pasado hasta llegar a su muerte. En ese camino, descubrimos que su vida ha sido sencilla, corriente y terrible, a pesar de su lugar en la sociedad. Pero, esa monotonía se interrumpe con la cercanía de la muerte que posibilita formar una perspectiva mejor de la vida, desnudando lo trágico de una vida vacía y una precaria existencia.

Narrada en un estilo directo y eficaz, Tolstoi muestra todo su talento literario. La narración es precisa y exacta en sus descripciones, el monólogo interior y el flujo de conciencia le imponen un estilo que se adapta al estado de ánimo del propio Iván Ilich. El lector queda sumergido en las vivencias del protagonista mientras se revela una crítica social y el abordaje a temas y preguntas más universales de lo que se creé.

Escrita en su etapa de madurez (1886), por un Tolstoi que ya había pasado por una metamorfosis espiritual, la novela se esfuerza por mostrar y denunciar lo banal que suele ser la alta sociedad, así como el miedo que  provoca la muerte y lo desconocido. El protagonista sufre las dudas sobre lo que ha vivido y se pregunta por la felicidad, la que encuentra en su niñez, etapa que no exigía parámetros. No hay marcha atrás, el amor, para Ilich y para Tolstoi a esa altura de la vida, está en lo espiritual, no en la riqueza, ni en lo material, ni en el lugar que ocupás en la sociedad. Pareciera que, el sentido de la vida, responderá Tolstoi, es amar. Amar a Dios, amar al prójimo. Nabokov explica, “A la inversa, la idea de la humanidad entera era en términos tolstoianos la idea de Dios: Dios está en los hombres y Dios es el amor universal. Y Tolstoi abogaba por la pérdida de la propia personalidad en ese Dios-amor universal. Dicho en otras palabras, sugería que en la lucha personal del artista impío con el hombre piadoso era preferible que este último saliera victorioso, si el hombre sintético aspiraba a ser feliz. Hay que conservar una visión lúcida de estos datos espirituales para apreciar la filosofía del relato La muerte de Iván Ilich. Huelga decir que Iván es la forma rusa de Juan, y Juan en hebreo significa Dios es bueno, Dios es dadivoso. Sé que para quienes no hablan ruso no es fácil pronunciar el patronímico Ilich, que naturalmente quiere decir hijo de Iliá, la versión rusa del nombre Elías, que por cierto significa en hebreo Jehová es Dios”.

No más de 90 minutos lleva la lectura de la novela. Con un título anticipador, un final fascinante y una relación entre personajes como la de Iván y Gerasin, La muerte de Iván Ilich de León Tolstoi nos invita a reflexionar sobre una vida auténtica, la que, por supuesto, incluye la muerte.